La crisis del 2024

No quisiera sonar fatalista con el título de mi columna, y menos porque apenas han avanzado los primeros  16 días de este año nuevo. Pero estoy viviendo una realidad que realmente no sé si me es ajena o es que varias personas la estén viviendo así.

De pronto me he topado con la carencia. Y yo sé que no debemos ni siquiera de pronunciar la palabras porque las personas que trabajan en la espiritualidad dirán que es algo que no se menciona porque se atrae. Por supuesto no quiero que me pase eso y atraerlo mucho menos, pero mi cartera tiene otros datos.

Una visita a la tienda a comprar tres o cuatro cosas básicas sobre pasa los 300 pesos o más. Y uno o dos productos más, pues ya rebasan los 100 pesos. Entonces uno tiene que traer más de 200 pesos para poder adquirir más productos.

Y así es como de pronto descubro que el gasto es grande y que suavemente sin que sea abrupta las cosas han ido subiendo las cosas.

En México el salario mínimo es de $248.90 diarios.

Es decir, que supuestamente y en teoría  nadie puede ganar menos de $7, 468 quincenales en este país. Sí, pero no con un sueldo así se sobrevive.

Me pregunto si alguien regula estos precios; si alguien pone orden en estas alzas y si alguien supervisa los precios de la canasta básica.

En mis tiempos cuando era joven (no hace mucho) realmente las familias sobrevivían con un solo empleo. Hoy forzosamente se tienen que tener más de dos ingresos para poder “sobrevivir” a la quincena.

Antes podíamos ir al cine o quizá ir a comer por ahí. Ahora eso es un lujo, algo que uno mejor ya no se da porque ese dinero es mejor destinarlo para gastos en comida, gasolina, luz, agua.

Por supuesto que de este tema no se habla en la sobremesa con amigos y familiares, siempre está la vergüenza de contar que uno de pronto no tiene dinero.

Personalmente no me da pena aceptarlo: He tenido épocas de abundancia pero ahora son épocas de escasez.

Gracias al Dios, en el que creo, ha habido gente que me ha tendido una mano y me ha prestado un poco, por aquí o por allá, de corazón y sin ponerme fecha de pago. Pero tengo ahora que pagarles lo que les debo y entonces la cosa se vuelve a poner en ceros.

El presidente dice que no ha habido inflación, que la gente gana más y que no hay crisis.

Yo creo que él ni al súper va… No carga gasolina ni cocina ni nada. Y si lo hace pues es con un sueldazo que recibe ni duele nada.

Ya no se diga pensar en ir a algún concierto o a una obra de teatro , hoy en día como nunca los boletos salen carísimos y no bajan de 1000 pesos, algo francamente impagable para cientos de familias mexicanas. Y como diría AMLO: Eso NO pasaba antes.

Lo digo porque tengo dos adolescentes que continuamente quieren ir a los conciertos de sus cantantes que están de moda y el desembolso es descomunal o simplemente impagable.

Es decir que tampoco sobra dinero para la cultura y el esparcimiento.

Y es cuando entro en una crisis personal. ¿Hasta cuándo dejarán  de inflarse los costos? ¿Hay algún tope? Y de ganar Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez ¿qué van a hacer para detener esta masacre económica?

No quiero deprimirlos con mi columna. Quizá a lo mejor es algo que solo yo estoy viviendo y experimentando. Pero si alguien más está pasando por eso, al menos es un alivio, que no es lindo sentirlo, pero es un alivio al fin, saber que no es algo que yo esté haciendo mal, sino que es una crisis que nos está golpeando a todos.

Lo que sí les puedo decir es que nada es para siempre. Soy una mujer de fe. Sé que a veces nos toca estar arriba y otras veces abajo. Y que nos volverá a tocar estar arriba otra vez.  Creo fielmente en ello.

Pero para eso en tiempos como los de hoy no debemos dejar de observar con lupa a aquellos que nos prometen que viviremos en un México próspero y sin carencias.

Porque eso siempre es lo que dicen y pues uno rasca las bolsas de los pantalones con la esperanza de encontrar por ahí un billete enrollado para poder comprar algo para la comida.

En fin, ya me desahogué. Si eres de mi clan austero, te invito a que me escribas y juntos nos desahoguemos.

Gracias por leer.

Es cuanto.

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