Fiducia supplicans y la crisis en la Iglesia católica
Ha sido bien documentado que la Iglesia católica se encuentra en franco retroceso en Occidente. Quizá derivado de la emergencia de diversas corrientes liberales, el número de católicos practicantes se ha reducido alarmantemente a lo largo de los últimos años. Lo anterior, sumado a los escándalos protagonizados por curas pederastas y el supuesto encubrimiento por parte de la jerarquía católica, ha puesto a la Iglesia universal contra las cuerdas en un mundo progresivamente cambiante.
Hace un par de semanas la Santa Sede, a través del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, publicó el documento intitulado Fiducia supplicans. En síntesis, el escrito autoriza la bendición del matrimonio de parejas del mismo sexo. Sin embargo, según lee el documento, deben hacerse algunas precisiones.
Si bien autoriza a los sacerdotes católicos a bendecir el matrimonio homosexual, establece que se trata de bendiciones pastorales. En otras palabras, quedaría acotado al libre albedrío de los curas, sin reconocer de ninguna manera la unión de dos personas del mismo sexo dentro del derecho canónico.
A pesar de la postura aparentemente conservadora del Vaticano, un importante número de obispos europeos y africanos han alzado la voz para criticar duramente al papa Francisco, a la curia romana y al Dicasterio en torno a una expresión de debilidad por parte de la Iglesia ante las corrientes liberales, y sobre todo, frente a los activistas LGBT.
En opinión de estos críticos, Fiducia Supplicans representaría el inicio de un proceso de apertura de la Iglesia ante temas que, de acuerdo al dogma y a la Tradición de la Iglesia (sí, con T mayúscula) resultan absolutamente inaceptables para la comunidad cristiana; tales como el reconocimiento del matrimonio igualitario o el aborto.
Por tanto, a raíz de la difusión del documento, se ha atestiguado una fuerte controversia en el seno de la Iglesia. Por un lado, el papa Francisco, el colegio cardenalicio y las corrientes “progresistas” del catolicismo arguyen que la autorización no conlleva una contravención de la enseñanza ni de los dogmas – pues se trata de una bendición pastoral no litúrgica- mientras el ala “conservadora” denuncia el doblamiento de Roma ante la reivindicación de las minorías LGBT.
El papa Francisco y la Iglesia se enfrentan a una gran encrucijada. Mientras deben proteger por todos los medios la pureza del dogma y de la enseñanza catequética, deben igualmente actuar con el propósito de detener la disminución del número de católicos practicantes que buscan recibir los sacramentos.
Sin embargo, a la luz de los acontecimientos, han actuado torpemente; pues por un lado, Fiducia Supplicans no satisface a los enérgicos activistas, pero a la vez, ha sembrado la discordia entre destacados miembros de la alta jerarquía de la Iglesia universal.
El papa argentino, de 87 años, tiene ante sí una responsabilidad gigantesca que difícilmente será capaz de cumplir. Según ha trascendido, mientras los hechos suceden, el colegio cardenalicio ha iniciado la búsqueda de un futuro sucesor del pontífice que retome la dirección correcta de la Iglesia y que presente mano firme en los tiempos modernos.