Xóchitl tiró la toalla

Ha trascendido que, en medio de la fuerte presión, Xóchitl Gálvez está cansada de los malos resultados de su precampaña. Eso, de hecho, es cada vez más público entre la opinión. Dicen que, en efecto, la abanderada del Frente ha reprochado la poca inercia que se ha generado en los sectores sociales. Inclusive, entre gritos y reclamos, se dice que ha culpado a los impulsores de esta coalición variopinta ya que lo único que les interesa es el reparto de posiciones, pues saben que la elección, queda claro, la tienen más que perdida. Es más, lo que está pasando en Coahuila es un síntoma de las penurias que vive la derecha a lo largo y ancho del país. Hoy, de hecho, tienen la elección perdida.

La más reciente encuesta de MetricsMx — a través de SDPnoticias— le da una ventaja monumental a Claudia Sheinbaum. Esa es la prueba más contundente o, quizá, el mal sabor de boca que deben tener en el cuarto de guerra de Xóchitl. No les bastó con imponer a la mayoría de integrantes de su equipo de campaña. Inclusive, entre componendas, se armó el cuadro que acompañará a la abanderada del Frente Amplio por México. Ella, por ejemplo, solo llevó mano en una que otra propuesta, como el caso de sus hijos. Dicho proceso desnudó el nepotismo como principal catalizador de una alianza que, de hecho, se ha puesto en marcha para la sobrevivencia. Es cuestión de tiempo para que el PRD llegue a su fin como partido político.

Lo mismo pasará con el PRI. Su situación, al igual que la del Sol Azteca, tiene signos de desgaste. No tardarán mucho en llegar al ocaso. Es verdad, tendrán una cantidad importante de espacios legislativos, una vez que Alejandro Moreno sacó provecho de la negociación. Cedió en territorios claves. Al mismo tiempo, que quedó fuera de algunas demarcaciones importantes. Lo cierto es que, más allá del reparto desequilibrado, el priismo no tuvo más margen de negociación, lo dijimos en este espacio de opinión. Coahuila y el Estado de México fueron prioridades para Alito. Eso acotó toda posibilidad de poner sobre la mesa un nombre para la silla presidencial.

Muchas veces, incluso, el subconsciente de Xóchilt le jugó un mal rato cuando desdeñó la posibilidad de incluir a Alejandro Moreno. De hecho, sin querer, van dos veces que lo ha tachado de corrupto. Esa narrativa, de hecho, ha ido a parar o, mejor dicho, a impactar directamente en las reuniones que ha tenido el Frente. Gálvez no es muy tolerante que digamos. El propio Silvano Aureoles, exgobernador de Michoacán, abandonó la comisión que le delegaron por las descalificaciones directas que le hizo la precandidata del Frente. Eso, de cierta forma, ha hecho que crezca la especulación de una sustitución en vísperas del arranque de campaña.

El problema es que, si se toma esa decisión de removerla, eso comprobaría el fracaso rotundo que todos sabemos ha sido la nominación de Xóchitl Gálvez. Lo que creemos es que, pese a la decepción, la abanderada de la derecha permanecerá hasta el final. Es un hecho que perderá. Desde su cuasi irrupción, hasta el día de hoy, todo ha significado un fiasco. Es, simple y sencillamente, un síntoma de lo que es o constituye el conservadurismo. Y no solamente por la decadencia que vive, sino por toda la corrupción que arrastran que, más que una votación, será nuevamente la ratificación del desdén o animadversión que siente la inmensa mayoría de la población civil por la derecha. Algo similar a lo que vivió Anaya.

Anaya, de menos, demostró un poco de resistencia en los debates. En cambio, Xóchitl Gálvez, una y otra vez, sigue haciendo el ridículo con sus comentarios. Es claro: no tiene ni la más mínima idea de los temas dominantes de la agenda pública. Me refiero a las preguntas que le hace la prensa y que, por más que se esmera, continúa tropezando y cayendo en las encuestas de opinión. De hecho, eso de que Gálvez era un contrapeso real, no fue más que una campaña de publicidad y marketing que puso en marcha Claudio X. González.

La precampaña de Xóchitl, además de ser un fracaso, constituye la prueba más evidente de que Gálvez, para lo que se avecina, ha tirado la toalla. Se le nota desganada; no sonríe; se enoja fácilmente y responde sin una lógica ni fundamento. Además de ello, no tiene elocuencia ni empatía con la sociedad. Su estrategia de comunicación ha fallado; su narrativa es pobre y su participación en publicidad, igual de precaria. En pocas palabras, no conecta ni mucho menos cautiva al electorado, especialmente al porcentaje de indecisos.

Así que, con ello, se nota que Xóchitl ha tirado la toalla. Claudia Sheinbaum, con ese impulso, ganará la elección presidencial.

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