Sergio García Ramírez y el ‘destape’ más fugaz de la historia de México
Ayer se dió a conocer el fallecimiento, a los 85 años, del experimentado jurista Sergio García Ramírez, profesor emérito de la facultad de Derecho de la UNAM, miembro prominente del PRI que se desempeñó en carteras como la de titular de la Secretaría del Trabajo y Procurador General de la República, precandidato a la Presidencia en 1987, cuando el sistema, con el entonces presidente Miguel de la Madrid a la cabeza intentó dar un novedoso giro, poco más democrático (muy poco y simulador, más que otra cosa) al proceso para elegir sucesor a la primera magistratura.
El caso es que, en aquel ejercicio, conocido popularmente como ‘la pasarela’, con siete aspirantes (algunos no más que suspirantes, de relleno) el dedo se inclinaría hacia el secretario de programación y presupuesto, mismo ministerio del que salió como candidato a ‘la grande’ el propio De la Madrid. El caso es que aquella mañana de domingo de 1987, en la que el entonces presidente del partido tricolor, Jorge de la Vega Dominguez dio a conocer el nombre del ungido, muy temprano y para sorpresa de muchos (dentro de ellos el propio entonces procurador García Ramírez), la casa de Don Sergio García Ramírez amaneció llena de militantes, políticos y funcionarios de todos niveles, con sus simpatizantes (auténtico y no tanto) con pancartas y más señales de apoyo a la supuesta próxima presidencia y numerosa prensa incluida.
Duró poco “la cargada/espejismo”, por llamarla de alguna manera, ya que aquello se vació en pocos minutos al pronunciar Jorge de la Vega el nombre de “el licenciado Carlos Salinas de Gortari”. ¿A que se debió la confusión?, bien a bien nunca se sabrá, pero algún día leí que, en una cena en casa del todavía presidente De la Madrid, uno de sus hijos, a petición de algún invitado le pidió una señal, a lo que el vástago del primer mandatario dijo: “S. G.”, lo que fue interpretado por su interlocutor cómo ‘Sergio García… Ramírez” y no como que realmente era: “Carlos Salinas de Gortari”, provocando el bochornoso y fallido revuelo en forma de la tan tradicional “cargada”.
En fin, que el también miembro destacado de organismos supranacionales de derechos humanos, no volvió a cargos de gabinete en posteriores sexenios, pero quedó como el seguro próximo presidente más fugaz de toda la historia del largo periodo de PRI/partido de Estado, y no está de sobra decirlo: antes que la desgracia blanquiazul (bajo la bandera de un supuesto CAMBIO) se ciñera sobre México, robándole, quizás para siempre, la innegable paz social que gozó por más de 70 años.