Sanjuana en La Jornada, nueva Biblia de Marín, López Dóriga… y Reforma

Durante la época en que fui director general de Milenio nombré a dos directores editoriales, Raymundo Riva Palacio y su sustituto, Carlos Marín. El primero es ahora columnista de El Financiero y el segundo se mantiene en el periódico propiedad de Francisco González, pero actualmente solo como articulista.

Esa empresa tenía básicamente tres productos periodísticos, el diario deportivo La Afición, que se le compró a El Universal; la revista Milenio Semanal, que fundamos en 1997, y el periódico Milenio Diario, que nació el primero de enero del año 2000.

En la revista, desde su origen, colaboraban dos caricaturistas de izquierda, Hernández y Helguera. Ambos, extraordinarios artistas, simpatizaban con el dirigente izquierdista Andrés Manuel López Obrador. En el periódico solo Hernández publicaba sus viñetas.

Un día tuve que intervenir como mediador entre los dos moneros y el director editorial. Carlos Marin había exigido a Pepe Hernandez y a Antonio Helguera que no solo caricaturizaran a políticos del PRI y del PAN, sino también al izquierdista AMLO.

Hernández y Helguera, con toda razón, me dijeron que a ellos nadie les iba a decir cómo hacer su trabajo, así que si no querían parodiar a Andrés Manuel, no lo iban a hacer, y a la chingada. Si Milenio insistía en obligarlos a cambiar sus criterios periodísticos, renunciarían.

Como no estuve dispuesto a que dejaran la empresa dos colaboradores tan talentosos, le ordené a Marín que dejara de molestarlos. De mala gana Carlos se disciplinó, pero me dijo que con tales caricaturistas corríamos el riesgo de convertir a Milenio en “un bodrio periodístico como La Jornada, en el que López Obrador es sagrado”. Palabras parecidas se las escuché a Marín muchas veces.

No recuerdo qué opinaba de La Jornada otro columnista de Milenio, Joaquín López Dóriga. Pero su conocida identificación con el trabajo de Carlos Marín me lleva a pensar que, seguramente, Joaquin también ha sido bastante crítico del diario de izquierda.

Participé durante años como columnista de El Norte, de Monterrey, diario que dio origen a Reforma, de la Ciudad de México. En este rotativo capitalino publiqué artículos diariamente los primeros meses de su existencia.

Conozco lo que, antes de 1994, pensaba de La Jornada el cuerpo directivo de Grupo Reforma —propietarios incluidos—: que en el diario de izquierda no se hacía periodismo, sino que era solo un instrumento de difusión de la izquierda mexicana.

De la lectura de cada día de su columna institucional, Templo Mayor, me queda claro que en Reforma se sigue pensando lo mismo acerca de La Jornada. Durante el sexenio del presidente López Obrador no pocas veces, con muy mala leche, se ha cuestionado ahí al periódico de izquierda dirigido por Carmen Lira. No recuerdo que hayan cuestionado a otro periódico los editores del derechista Grupo Reforma, propiedad del empresario Alejandro Junco De la Vega.

Esta semana todo cambió. La Jornada se convirtió en la Biblia periodística de Carlos Marín, Joaquín López Dóriga y Reforma. El milagro lo hizo un artículo de Sanjuana Martínez, en el que esta periodista, exdirectora de Notimex, calumnió a Claudia Sheinbaum.

En la Rayuela de La Jornada hoy se lee esta frase: “Aquí lo que sigue a una denuncia es el linchamiento”. Creo que quienes editan el periódico de izquierda pretenden decir que se ha linchado a Sanjuana, pero esto es falso. La lectura de Milenio y Reforma demuestra que sí está en marcha un linchamiento, pero no contra la ex directora de Notimex, sino contra la candidata de Morena. Una verdadera pena.

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