El alfil de la Suprema Corte
La 4T parece haber invadido irremediablemente todos los ámbitos de la vida pública, y si se quiere, de la privada. Primero inició con la presidencia de la República y con los discursos vacíos de AMLO como candidato, luego, con el Legislativo, y ahora, con el Judicial.
En días recientes, Lenia Batres fue investida como nueva ministra de la Suprema Corte de Justicia en la vacante dejada por Arturo Zaldívar. Desde un inicio, la nominación de la hermana de Martí Batres lució como una mera y vulgar operación política dirigida a insertar en el máximo tribunal a un miembro de la 4T que llevase hasta el poder Judicial los principios del movimiento.
Acto seguido, Batres, en un discurso más cercano a uno propio de un político que a uno de un ministro de la Corte, demostró en los hechos que no cree en la responsabilidad histórica del tribunal.
No conforme con ello, la ministra solicitó a la propia Corte la reducción de su salario en aras del respeto -dice- de la letra de la Constitución. Sin embargo, el propio tribunal rechazó la petición y sugirió, en caso de desearlo, la reintegración de los excedentes a la Tesorería.
Sin embargo, allí no reside el punto importante, sino en lo que pretende Batres. En primer lugar, bien vale recordar que el salario del presidente no se limita a una percepción mensual, sino que incluye todo tipo de prestaciones relacionadas con su alojamiento y sostenimiento.
Así fue argumentado por la Corte en la desestimación de la solicitud de Batres, pues, en opinión de los ministros, la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos no estableció un parámetro específico en torno a la consideración del salario del presidente.
Y en segundo ¿qué desea demostrar Batres con su aparente honestidad y deseo de percibir un salario menor? ¿Se trata acaso de una instrucción presidencial para “demostrar” que ella, a diferencia del resto de los ministros, sí es una mujer honesta y que no está ligada al régimen corrupto del pasado? ¿O quiere poner claro el camino para que Claudia Sheinbaum destruya al poder Judicial con el célebre plan C?
En todo caso, algo que la ministra Batres parece no comprender es que un juez de la Suprema Corte no se debe a ningún fundamento, principio, ideal o dictado político, sino ex-clu-si-va-men-te a la interpretación de la ley y al respeto de la letra y espíritu de la Constitución.
O bien, quizá, sí que lo comprende pero no es la razón por la que ha sido honrada con la máxima distinción que puede recibir un jurista. Su presencia deriva, en cambio, de una decisión presidencial dirigida a destruir el Poder Judicial. ¿Se podía esperar algo distinto tratándose de la hermana del segundo hombre a cargo durante el gobierno de la candidata presidencial? Difícilmente.