Los Reyes Magos de la 4T (columna no apta para niños)

Qué maravilla era creer en los Reyes Magos de niña. La ilusión de estar convencidos en la existencia de tres Reyes que entraban a nuestras casas a dejarnos juguetes y ropa bajo el Árbol de Navidad. La certeza y la fe con la que creíamos en ellos fue tan fuerte como dolorosa la noticia de que no existían.

Recuerdo muy bien el día en que mi única hermana, quien yace ya en una estrella, me tuvo que decir, siendo yo bastante mayor ya de edad (13 años) que no existían los Reyes Magos, que eran mis papás y que ella era quien salía a conseguir mis peticiones.

Mi corazón se rompió en mil pedazos. Recuerdo que esa fue, digamos, mi primera desilusión. Pero también me llené de gratitud porque esa fe que yo tenía la engrandecían mis padres al “desaparecer” el agua y comida que le ponía al camello, al elefante y al caballo para que, ya muy cansados de tanto viajar, seguramente venían sedientos y con hambre. Descubrir al día siguiente que estaban vacíos los platitos y los vasos en donde vertía dichos elementos, era mágico. Lo recuerdo y al escribirlo se me humedecen los ojos de tanta nostalgia y gratitud.

Hoy por hoy, no creo, tristemente, que muchos niños sigan creyendo en los Reyes Magos. Con tanta tecnología a su alcance y con tanta información en sus manos me parece difícil, pero debe de haber aún niños que crean en ellos, de verdad que es lo que anhelo, porque todo niño merece vivir una ilusión así.

Algo bastante similar pasa con los adultos que aún creen en Morena, en  López Obrador y en la 4T. Se podría pensar que en un inicio, les vendieron una ilusión y resultó perfecto.

Realmente se ilusionaron. Quizá no contaban con toda la información necesaria o no tenían acceso a ella. Quizá nadie les hablaba de que eso no era realidad ni sería posible, y siguieron creyendo.

Pero al pasar del tiempo los errores garrafales que ha cometido AMLO y su banda, pues ya son imposibles de esconder e imposibles de disimular.

Si bien las mañaneras le sirven al presidente para seguir engañando y seduciendo al “pueblo” para que “compren” su versión de los hechos, sus “otros datos”, pues, y sigan ilusionados, a la vista de todos ya están los atropellos que este gobierno ha cometido.

Imagino tristemente  a muchas personas con el corazón roto, así como a mí se me rompió cuando supe que no existían los Reyes Magos, que en realidad eran parte de una leyenda o un pasaje bíblico, pero que no entraban espiritualmente a mi casa a dejarme los regalos que pedía como yo creía, y dejé también de creer que vivían en tres estrellas que siempre se ven juntas en el firmamento. (Hoy quizá si alzas tu vista al cielo las verás.) Esa creencia y esa ilusión eran una maravilla, eran un milagro divino, porque tenerle fe a algo o a alguien hacen que mucho de lo que nos duele en la vida cobre sentido.

Pero hoy sé que hay  muchos obradoristas con el corazón roto.

Sin embargo, cuando mi hermana me enteró de que no existían los Reyes Magos, realmente dejé de creer.

Siempre le creía todo a mi hermana. Jamás dudé de ella porque ella me amaba y cuando sientes que alguien te ama no puedes pensar en un engaño.

Aquí la cosa es que hay muchos obradoristas que creen, de verdad creen y hasta sienten que López Obrador los ama, y se preocupa por ellos y vive y trabaja por ellos.

Entonces, les es muy difícil aceptar la realidad de las cosas, sobre todo si en la mañanera el propio presidente les dice que todo lo que se dice de él “es un cuento, son dichos de neoliberales, conservadores, adversarios, gente mala, gente rica, gente del pasado, Felipe Calderón, Krauze, Carlitos Loret de Mola, etc, etc, etc”.

Pero para todos aquellos que sí le creen a López Obrador de todas maneras en sus arbolitos de Navidad habrán huevos vacíos. Nada les llega, mas que una pensión para estudiantes y adultos mayores. Y eso los eclipsa. No terminan de entender que esto es un derecho que ellos tienen por pagar impuestos.

No terminan de entender que los programas sociales son una obligación del eEtado y no un diseño, una limosna o un favor.

Y es así como muchos obradoristas voltean hacia el cielo, esperando que baje  una estrella. Otros, ya con el corazón partido, intentan recuperarse de la desilusión y buscan en donde colocar todo lo que por años creyeron.

¿En dónde  se coloca un corazón roto? Esa es la gran pregunta.

Quizá muchos que creyeron AMLO y sus promesas hoy no tengan los medios para poder comprar algún juguete para los niños de sus casas.

Pero el presidente les seguirá contando el cuento de Melchor, Gaspar y Baltazar con la firme obsesión de que la gente siga ilusionada.

Porque solo así es como funcionan los partidos políticos: vendiendo magia e ilusiones.

Y a pesar de todo esto en un día de Reyes como hoy, quiero intentar seguir manteniendo mi fe en lo que no se ve y pensar que hay espiritualmente seres que, si lo pido con el corazón en la mano, me serán cumplidos mis más grandes anhelos. Porque sí… a pesar de mi edad aún quiero darme cuenta de que todavía en algo sueño. O con alguien sueño… todavía.

A pesar de todo, para todos, ¡feliz Día de Reyes!

Hay seres y espíritus  que no tienen que convencernos de su existencia y perfección. A ellos hay que encomendarnos y en ellos, confiar.

Es cuanto.

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