PAN instrumentalizando la necesidad migrante; tan cerca de Loaeza y Xóchitl Gálvez, tan lejos de la gente
Un mosaico de clasismo, racismo, miserabilidad, contradicción, misoginia y artificialidad en pocos días nos ha ofrecido el Frente Amplio opositor. Comenzando por el cierre de precampaña de Santiago Taboada, panista ligado al cártel inmobiliario en CDMX.
El cierre de la precampaña de Santiago Taboada para la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México ha dejado un sabor amargo que va más allá de la mera competencia política. La utilización de personas migrantes, en este caso, de origen haitiano, como fichas en un juego electoral, pone de manifiesto una práctica cínica y despiadada que debe ser condenada.
En un vergonzoso espectáculo, se observó a migrantes haitianos portando camisetas azules con el logotipo del PAN y banderas del mismo partido en el cierre de la precampaña de Taboada. Resulta alarmante cómo la necesidad y la vulnerabilidad de estas personas son explotadas para llenar eventos políticos, con un claro desdén por su situación y derechos.
Los videos tomados por Expansión son una evidencia palpable de la manipulación descarada. Se ve cómo los migrantes son abordados para explicar su presencia en el mitin, pero evaden las preguntas, dedicándose a bailar y ondear banderines con promoción del precandidato. Es lamentable que la realidad de estas personas se vea reducida a un simple accesorio político. Un funcionario de la Alcaldía Álvaro Obregón, equipo de Lía Limón, inclusive se toma una fotografía haciendo gala de blanquitud ignorante en medio de ellos. ¿Quién les entregó las playeras y banderines? ¿Cuánto les habrán ofrecido? ¿Cómo los condicionaron a asistir?
Ante la exposición de esta situación, el equipo de Taboada optó por deslindarse y minimizar la participación de los migrantes, sugiriendo que solo fueron a “tomarse la foto”. Esta actitud, además de ser condescendiente y despectiva, demuestra una falta de responsabilidad y ética política. Las personas migrantes no son peones para embellecer campañas electorales y luego ser descartadas con indiferencia.
El contexto de la migración haitiana debería ser motivo de reflexión y acción humanitaria, no un recurso estratégico para ganar votos. Haití ha enfrentado desafíos monumentales, desde la inestabilidad política hasta desastres naturales devastadores. El asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021 sumió al país en una crisis aún más profunda.
Los integrantes de aquel Frente Opositor pintan de cuerpo completo su perspectiva utilitaria: apoyar al necesitado mientras el necesitado les sirva. El contraste es brutal: hace unos meses, Sandra Cuevas utilizaba estrategias de “limpieza social” y obras hostiles para cerrar la Plaza Giordano Bruno desplazando a cientos de migrantes que esperaban cita en la Segob. Su homólogo de la Benito Juárez como otros tantos personajes al estilo Guadalupe Loaeza les desprecia. La única migración que miran con buenos ojos es la de rubios europeos o norteamericanos. Más de 413 mil personas migrantes fueron detenidas en 2023, según cifras del Instituto Nacional de Migración. Esta cifra representa un aumento del 31% con respecto al año anterior y revela una crisis humanitaria que exige respuestas urgentes y responsables.
Pero para engrosar las filas de los huérfanos eventos, poco les interesa. Igual que Loaeza hace un par de días en su columna en el periódico Reforma, en la que, a pesar de existir tantos cuestionamientos por el naufragio de la candidatura presidencial de Xóchitl Gálvez, decide criticar banal y superficialmente su “pelo y su ropa” que “ya no son tan bonitos como antes”. La cereza del pastel: aquella afirmación en que sostiene que “nadie quiere un ama de casa como presidenta”, criticando un video en el que Gálvez cocina pavo como miles de familias en estas fechas. Guadalupe Loaeza, desde la derecha, se ha asumido “feminista sin saberlo” y ha explotado la literatura con textos como “Las yeguas desbocadas”. Cuanta falsedad.
Como es propio de la alta sociedad que tan solo sabe vivir de apariencias y simulaciones, igual destila machismo y misoginia sugiriendo que el trabajo de cuidados es de segunda. Decía Páez Varela en su emisión en vivo a través de SinEmbargo si es que acaso se trataba de “masculinizar” a las mujeres que aspiren a la Presidencia, sugiriendo que los trabajos del hogar son esencialmente femeninos o naturalmente para las mujeres. Ni ser ama de casa es vergonzoso, máxime cuando la presidencia implica administrar la casa de todas y todos los mexicanos a niveles macro y micro, ni las labores del hogar son esenciales a las mujeres.
Tan perversa es la idea de privilegio y esclavismo de Loaeza, que, en su universo simbólico, meter un pavo al horno en un video es sinónimo de humillación puesto que aquello lo tendría que hacer ¿un sirviente? O peor aún: “una sirvienta”. Tanta es la confusión entre lo que se debe simular y lo que en realidad es, que mientras Xóchitl Gálvez deambulaba entre electrodomésticos carísimos, realizando labores que usualmente no realiza, las críticas de sus ex simpatizantes es lo que la ha colocado de nuevo en la relevancia de la conversación.
Ese es el gran punto de la derecha. No es auténtica, orgánica, honesta y mucho menos real. Tan acostumbrados se encuentran a fingir y simular, que llenan los espacios de contradicciones. Algunas, con efectos legales. Será curioso leer acusaciones de violencia política de género en contra de Loaeza por los estereotipos de género cargados en su columna; más curioso será la forma en que aquellas mujeres que son amas de casa se sienten ante este despampanante mensaje de inferioridad que está errado al máximo: quienes realizan cuidados sostienen a la sociedad y de hecho, dedicarse a realizarlos ya se acerca al privilegio, pues en este país, las mujeres trabajan, son amas de casa y además, pueden ser presidentas.
Candidata artificial
Si pensábamos que la vocera de inteligencia artificial era innovadora, con el ojo cuadrado quedamos al mirar que todo se trata de una candidatura artificial, plagada de contradicciones, falsedades y con mucha similitud con la de Taboada: comenzando por la imposición, recorriendo por la falsa identidad acomodaticia según el espectador, transitando por el agotamiento y pereza hasta de asesores y simpatizantes para cerrar en el gran desastre de campañas.