¿Se vale que la alianza PRI, PAN, PRD lance basura contra la familia de Sheinbaum?
No cualquiera estudia una licenciatura en física. Menos aún un doctorado en esta ciencia. Se requiere dominar las matemáticas, algo que solo logra una minoría entre quienes tienen acceso a la educación universitaria.
Poseer una inteligencia sobresaliente es digno de admiración, pero en sí misma no es una característica de la personalidad que haga respetable a nadie. Esto es verdad.
Las personas altamente respetables son amables, disciplinadas, accesibles, agradecidas, honestas, no mienten, saben escuchar, piensan antes de hablar, no recurren a excusas para justificarse si por cualquier motivo han caído en alguna falta y, en caso de conflicto, se enfocan en las soluciones y no profundizan en el origen del problema.
Claro está, si alguien cuenta con todos los atributos de las personas muy respetables y, ademas, ha demostrado talento para destacar en la ciencia, entonces estamos hablando de un ser humano de excepción. Es el caso de Jesús María Tarriba Unger, doctor en física que decidió incursionar en el mundo de las finanzas más sofisticadas —lo hizo con éxito— gracias a su preparación en matemáticas avanzadas.
Jesús Tarriba había pasado la mayor parte de su existencia lejos de los reflectores de la vida pública. Esta situación cambió cuando su novia —hoy esposa— empezó a ser mencionada como aspirante presidencial. Su relación con Claudia Sheinbaum Pardo ha convertido a Jesús en un personaje cada día más conocido. Era inevitable que ocurriera, sobre todo por el crecimiento de ella en las encuestas, que durante unos dos años ha encabezado con ventajas crecientes.
Estar en el candelero le ha quitado a Jesús el derecho a la privacidad, lo que se entiende y debe aceptarse —en democracia es legítimo el escrutinio acerca de las actividades no solo de la gente que llega a los altos niveles de la política, sino también de sus familiares mayores de edad más cercanos—.
Pero una cosa es el derecho de la sociedad a saber lo que hacen quienes gobiernan o tienen grandes posibilidades de hacerlo, y otra muy distinta inventar historias para desprestigiarles con propósitos electorales.
Menciono todo lo anterior porque circula en redes sociales una miserable calumnia contra Jesús Tarriba en Alfa TV, canal de YouTube, al parecer operado por un tal Beto Alfa, de Santiago, Nuevo León. Este tipo ha lanzado las peores acusaciones contra un hombre limpio que ha vivido —y sigue viviendo— de su trabajo y cuenta con un patrimonio perfectamente normal para alguien de la clase media mexicana. Pero ensuciar a Jesús no es lo único que pretende el mencionado sicario de redes sociales: su principal propósito es golpear a la esposa del señor Tarriba, puntera en las encuestas de preferencias electorales presidenciales.
Lo que ha hecho ese youtubero, evidentemente simpatizante —y quizá operador— de la alianza PRI, PAN, PRD va mucho más allá de las fake news o la infodemia: Beto Alfa ha cometido un delito gravísimo dada la magnitud de su infundio.
Y lo más grave ni siquiera es eso, sino que probablemente no le va a pasar nada a Beto Alfa, un sembrador de patrañas a quien no dudo protejan y financien tres partidos políticos nacionales.
Al calumniador debería denunciarlo de oficio la Fiscalía Especializada en Materia de Delitos Electorales, encabezada por José Agustín Ortiz Pinchetti. Porque además de ser un caso clarísimo de daño moral, evidentemente se trata de un delito electoral, ya que se está usando la calumnia más ruin para intentar perjudicar a la candidata presidencial líder en las encuestas.
Si nada de eso ocurre por las presiones de la coalición PRI, PAN, PRD, la sanción será para estos partidos: recibirán todavía más desprecio de la sociedad mexicana que ya no soporta tanta inmoralidad política.