Con la salud, no

Entiendo que hay asuntos que los políticos/candidatos exploten para atraer votos y la atención de la gente. A eso se le llama populismo aquí y en China. Pero en México esto  ha funcionado ancestralmente.

Temas como el agua, la educación, la seguridad y los empleos siempre se tocan y los candidatos prometen solucionar, mejorar… erradicar. Y, pues, ahí va uno a veces con esperanzas de que puede ser posible, pero, pasan los años y nos damos cuenta de que no, no fue realidad.

Particularmente, el tema de la salud ha sido manoseado muchísimo por el presidente de todos los mexicanos. (Y perdón por usar ese término ”manoseo”, pero es la verdad.)

Siendo e intentando ser muy positiva, entiendo que don López Obrador pudo tener la mejor de las intenciones al “regular” la venta de medicamentos.

No dudo que en otros sexenios haya habido mafias que los manejaban y controlaban y estoy segura aún continúa existiendo esta práctica, pero las cosas hay que saberlas hacer, antes de accionar.

Y lo que ha sucedido en este sexenio tiene un nombre y se llama “desabasto”.

Lo sé porque a mí acuden muchos padres de familia pidiéndome apoyo para promover tuits en donde buscan que la gente les done dinero o el medicamento en especie que en las clínicas públicas les dicen que “ya no hay…, que lo busquen por fuera…, que le hagan como puedan”.

También me tocó ver a un  niño con cáncer, José se llamaba, al que prácticamente lo echaron a la calle del hospital público  a morirse sin ningún apoyo paliativo.

Me consta del desabasto pues yo también tuve cáncer de mama hace 20 años y requiero de cierta medicación para varias dolencias tristemente a mis 50 años de edad.

Muchos de esos medicamentos, a raíz de la llegada de AMLO, dejaron de producirse, distribuirse y venderse. “No hay, no nos ha llegado; no sabemos qué está pasando”, era lo que frecuentemente me contestaban los farmacéuticos.

Se acaba el sexenio y con él, el agua hasta el cuello para el presidente, quien no pudo cumplir la promesa principal que le hizo a todos los mexicanos: tener un sistema de salud mejor que el de Dinamarca. Lo prometió todo el sexenio y dijo que para este mes lo tendríamos. Al no haberlo se le prendió un foco muy fundido:

Entonces le llegó una gran ocurrencia: (no sé si a él o a sus más allegados) crear la farmacia más grande del mundo, lo cual es una gran tontería, que hasta a un niño le daría mucha risa.

Ello genera, al menos en mí, una grandísima preocupación, porque si antes había desabasto de medicamentos, ahora con esta extraña concentración de medicinas, pues menos vamos a encontrar medicinas disponibles en tiempo y forma.

Me preocupa que también como todos sabemos enfermedades progresivas como el cáncer no tendrán sus medicamentos a tiempo y el cáncer avanza indolentemente.

Quizás algún obradorista me tachará de negativa y pesimista. Me dirán que no debo de opinar de algo que todavía no sucede.

¿Pero cómo no entrar en pánico cuando hoy en la mañanera  cuando hoy explican que todo el traslado de medicinas será vía terrestre? Es decir, de Tijuana hacia Cancún, ¿de cuánto tiempo estamos hablando?

Ahora, quiero creer, deseo creer, que se equivocó el almirante que estuvo a cargo de decir semejante sandez.

Yo deseo con el alma que esto funcione, por mí y por todos, porque a todos nos puede pasar que de un día por otro requeriríamos hospitalización o medicamentos…

Pero lo veo muy difícil y la cosa es que Obrador ya se va, se le viene un paquetazo a Claudia Sheinbaum pues de no servir esta gran farmacia, no tendrá argumentos para defender la obra última maestra del líder de todos los mexicanos.

La sensación que tengo con esta “idea” es que se me está despojando del derecho a la salud.

Una sensación que nunca había tenido a pesar de ser una persona que constantemente ha librado duras batallas contra múltiples enfermedades.

Hoy me siento sola y desamparada y vivo en constante ansiedad pensando en qué será de mí si llego a enfermar  o quizá ya estoy enferma de algo y no tendré manera de enfrentarlo, porque ya sin mi seguro de gastos médicos que no pude seguir solventando ¿qué será de mí?

En fin… se agota el año y con el algo de mis fuerzas. No quiero perder la fe y la esperanza que siempre me han sostenido para estar con vida, pero el panorama lo veo complejo.

Ojalá me digan “Claudia, te equivocaste, todo salió bien”.

Ojalá.

Es cuanto.

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