La bendita generación “Z”: nació después del 2000, serán primero-votantes y no beben alcohol
A propósito de las Navidades, las felicidades y los mejores deseos que solemos acompañar con un buen brindis, vale la pena mirar a los “centennials” para entender que en los hábitos, anhelos y sensibilidades hay detonantes poco comunes que podrían influir en la elección del 2024.
La generación “Z” comprende a los nacidos entre 1999 y el 2012. Entre sus peculiaridades, contrario a las tradiciones mexicanas que suele guardar en los hogares más de un alcohólico normalizado frente a varios más desentonados, los “centennials” no beben. Vappean, fuman marihuana o flores, pero no beben. Son hijos de la brevedad: suben fotografías a Instagram por menos de 24 horas y en sus perfiles no habrá carpetas completas de eventos o contenido diario. Aficionados de lo efímero, TikTokeros.
Existen varias explicaciones sociológicas sobre el alcoholismo tan normalizado en nuestro país. De hecho, el alcohol es una de las drogas más adictivas, con mayor impacto de muertes por abuso en el consumo y a la vez, el vino, la cerveza, el tequila y los destilados típicos forman parte de los rituales básicos asociados a la unión familiar, las festividades y todo tipo de reacciones emocionales: alegrías, tristezas, rupturas, depresiones, partidos de futbol y un largo etcétera.
Además de todo, es la droga mejor vista. Su aceptación social, a menudo, parece una imposición para la convivencia. La estadística del país ha sido dramática: en la edad promedio de consumo, los mexicanos prueban su primera bebida apenas a los 14 años. El dato es de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2020 que, tras diagnosticar a cerca de 20 millones de personas ahora adultas, descubrió que tenían entre 13 y 14 años al comenzar a beber, así como que lo hicieron en sus propios hogares.
Se dice que, en tiempos previos a la conquista, existían ya bebidas fermentadas que a menudo, estaban reservadas para guerreros o sacerdotes, utilizados como elemento espiritual y ceremonial. Sin embargo, tras la conquista, algunas anécdotas de los frailes que adoctrinaban y evangelizaban cuentan que los dueños de haciendas solían pagar a los trabajadores con pan y cerveza u otros licores de la época. Así, se dice, crearon grandes generaciones de alcohólicos. Muchos consumidores se niegan a llamarse a sí mismos de tal manera, pero al menos cada mexicano conoce a otro que diariamente toma una cerveza, un whisky o una copa de vino o tiene a un tío que, al comenzar a beber, no puede parar.
La generación “Z” está rompiendo esa tendencia. Además del poco interés por el alcohol, esta generación es ambientalista, animalista y muy poco consumista. De hecho, una de las claves para explicar la desconexión entre el discurso sobre los clasemedieros del Frente Amplio opositor con los más jóvenes es que no anhelan el auto nuevo con la casa y la familia tradicional, como siguen pensando los panistas.
Los “centenialls” anhelan y aspiran, pero no bajo los mismos criterios de quienes ahora pertenecen a la clase media-alta en una generación de mayores a los cuarenta. De hecho, aún con la influencia del narco-consumo enfocado en el lujo, la mayoría de la generación “Z” no se fija ni prioriza las marcas ni grandes diseñadores. Pueden preferir vestirse de las “pacas” o participar en economías redondas de ropa con trueques para no contaminar. Son generaciones digitales con la atención fragmentada a máximo de 30 a 60 segundos, usuarios de TikTok y con cada vez, menos interés en partidos.
Y aunque no son homogéneos, el hecho es que es una generación atravesada por la violencia y la criminalidad. Juventudes que crecieron entre la guerra contra el narco, el reggaetón, la pandemia y los memes.
En 2018, los más jóvenes votaron por Andrés Manuel López Obrador, embriagados en memes y videos del adulto mayor que domina las redes y que es el “streamer” en español más visto de YouTube. La tendencia es que esos jovencillos que votaron por primera vez, en esta ocasión, disminuirán su participación. Así lo ha demostrado la estadística del INE, que demuestra una participación por encima del 60% cuando se trata de la “primera vez” en que los mexicanos votarán, mientras que, para las próximas elecciones, cuando esos jóvenes pertenezcan al rango de los 25 a 29, la emoción se apaga y el desinterés ¿o decepción? se encienden.
Son más de 15 millones de “centenialls” quienes votarán por primera vez en 2024, entre 11 millones 355 mil personas que pertenecen al rango de edad de 20 a 24 años; más cerca de 2 millones 136 mil que tienen 19 años, así como los “pandemialls” que son un millón 717 mil con 18 años recién cumplidos. Entender y conquistar a este segmento podría marcar el rumbo de la democracia mexicana.
Dos escenarios:
Primer escenario. Una generación disruptiva con tendencias inesperadas, como romper con la maldición alcohólica mexicana, podría romper también con la efusividad de votar por primera vez y abstenerse de hacerlo. A menos de que surja un gran “reto de TikTok” que implique ir a las urnas, el apoyo que guarda este segmento poblacional por la democracia es el más bajo.
Segundo escenario. “Centenialls” que deciden salir a votar. ¿Qué partido o plataforma, además de Samuel García y Mariana Rodríguez, ha logrado conquistarles? Será la gran pregunta y el gran reto.
OJO. En el interesante fenómeno, a pesar de que los más jóvenes son quienes mayor exposición, muertes e impactos relacionados con la violencia han tenido, también son quienes se han beneficiado de más programas culturales y presupuestales como “Jóvenes construyendo el Futuro”.
Además, los primero-votantes que forman parte de los grandes programas como el exitoso proyecto de “Semilleros de Talento” que tiene la Secretaría de Cultura en todo el país, votará en su mayoría por la continuidad pues en ello les va el íntimo tejido social que se ha construido en torno a la cultura, la danza, la escritura, la pintura, el teatro, el arte circense, el mariachi y mucho más. Con más de 800 semilleros en los espacios más afectados por la violencia, el talento de menores que están por cumplir la edad para votar, vibra de agradecimiento por esos refugios donde han podido resguardarse de la soledad y las adversidades de la vida.
Las encuestas también demuestran que la primera preferencia de este segmento es Claudia Sheinbaum mientras que la segunda es Movimiento Ciudadano. La gran pregunta es si las juventudes están lo suficientemente politizadas como para salir a votar o si, en el tenor más preocupante, se avecina una generación digital, con gustos por Peso Pluma y el Bellakeo de Yeri Mua a quienes no les interesa, ni por ser la primera vez, asomarse en las urnas.