¿Dónde está Xóchitl?

La percepción de que Claudia Sheinbaum arrasa a Xóchitl Gálvez se debe en buena medida a que la candidata de Morena cuenta con un equipo organizado que le permite colocar tiros de precisión en redes y medios de comunicación.

 

No es que no tenga una ventaja real, pero no son los 40 puntos que algunas encuestadoras milagrosas (esas que aparecen solo en tiempos electorales), le conceden.

 

Se trata más bien del esquema de difusión de las actividades de la candidata morenista.

 

Quienes se encargan de ese renglón en la campaña guinda envían cualquier cantidad de fotos y videos de los actos públicos de Sheinbaum, así como las versiones de sus intervenciones y hasta boletines.

 

El efecto que causa es que todo mundo, dedicado o no a la comunicación, sepa por qué lugares anda la candidata presidencial, qué dice y hasta cómo se viste en cada evento.

 

Si los discursos son inocuos o la gente presente en los eventos es acarreada, eso queda para otro análisis.

 

Lo que se ve, es que Sheinbaum no ha dejado de moverse un día, uno solo, desde que comenzó la comedia esa de asambleas informativas, que no fueron sino una pre-precampaña disfrazada.

 

Eso contrasta ostensiblemente con lo que se ve del otro lado de la acera.

 

Mientras que la agenda de Sheinbaum se envía a medios a más tardar a las 18:00 horas del día anterior, con Gálvez no ocurre así.

 

De hecho, se tiene que “perseguir’’ la agenda de la candidata opositora, pues por alguna razón desconocida sus eventos masivos no son anunciados con anticipación.

 

Y eso no tiene que ver con el respeto a la legislación electoral; nadie respeta las reglas, ni el Presidente al que le han sido aplicadas medidas de apercibimiento y sigue como jefe de campaña de Sheinbaum.

 

Con el INE domesticado como nunca lo había estado, el celo al respeto de las reglas, si alguna vez lo hubo, se fue al caño.

 

Sheinbaum lleva clara ventaja sobre Xóchitl, pero aún no inicia formalmente la temporada de las promesas y las acusaciones directas, con nombre y apellido, porque la ley electoral lo prohíbe en este periodo.

 

Si no hay una difusión masiva, agresiva en el buen uso del término, de las actividades de la hidalguense, ¿cómo es que piensa alcanzar y luego remontar?

 

Todavía hay tiempo, si quienes la aconsejan dejan de pensar en ellos y no en la candidata.

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Hace semanas lo había adelantado nuestro compañero José Ureña: no habrá semana laboral de 40 horas.

 

Ayer, los diputados decidieron llevar hasta marzo el debate para definir si se modifica la legislación laboral o no, para reducir en 8 horas la jornada semanal.

 

Los diputados dijeron que se darán ese tiempo para analizar, hacer foros, y todo el circo que se monta para echarle la culpa a otros de una decisión que debió ser de ellos.

 

Los foros, consultas, opiniones debieron de hacerse antes de presentar la iniciativa, pero como se trata de una oferta demagógica y populachera, pensaron que ¿qué podría salir mal?

 

No hubo cálculos sobre el costo de la medida, no se consultó a los patrones y tampoco a los sindicatos, muchos de los cuales, aunque usted no lo crea, están en contra de la decisión.

 

En tanto la productividad no corresponda a las horas trabajadas será un tiro en el pie, incluso para los propios trabajadores, reducir su jornada laboral.

 

No es que no se deba, por el momento la medida, como muchas otras, es simple demagogia.

 

      @adriantrejo

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