El regreso de Samuel solo evidencia que el sureste está infiltrado en la oposición

Samuel García regresa a la gubernatura de Nuevo León, como aquel poema del Chavo del 8: del “perro arrepentido”. Independientemente de que operó, él y su gente, el proceso de solicitud de licencia ‘con las patas’, es muy obvio que si regresó con tal premura es que el siempre supo su papel y que jamás tuvo posibilidad alguna de figurar en la elección presencial del 2024. Su único papel era el de dividir (¿aniquilar?) a una ya de por sí languideciente oposición política en México.

Pero no es solo Samuel, brevemente expondré lo que es ya más que obvio: personajes de la región de AMLO (el sureste) trabajan todos para el oficialismo, ya sea dentro de su gobierno/movimiento o como paleros, fuera de él. Ejemplos: Adán Augusto López Hernández (Tabasco), Alejandro Moreno Cárdenas ‘Alito’ (Campeche), Layda Sansores (también Campeche), Dante Delgado Ranauro (Veracruz), Mauricio Vila (Yucatán), Alejandro Murat (Oaxaca), Carlos Joaquin (Quintana Roo), Rutilio Escandón Cadenas (Chiapas), Manuel Velasco y el paritido aliado a la Cuarta Transformación (PVEM) también Chiapas… Y así nos podemos seguir.

Varios hacen su trabajo con responsabilidad y son de una sola pieza, pero es de llamar la atención los infiltrados, como por ejemplo Dante y Alito, que han tenido (con éxito, para el movimiento y sus propios intereses, hay que decirlo) un papel dinamitador de la errante y extraviada oposición política en nuestro país. Los resultados de las elecciones del 2024, por ese motivo (y otra muy larga lista de razones), Morena será una aplanadora guinda, quizás aún con más margen de lo que lo fue en las del año 2018.

Algunos parecen no darse cuenta que Andrés Manuel, esquisto ajedrecista político y encantador de serpientes, va cuatro, cinco o más jugadas por delante que cualquier otro político en México.

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