Con AMLO 5 años de hechos
Sonora Power
Mucho orgullo me dio acompañar al presidente Andrés Manuel López Obrador a festejar en todo lo alto el quinto aniversario del arranque de su gobierno en Tulum.
Me parece que hay mucho que celebrar en este país que por tantas décadas tuvo que lamentarse de gobiernos ineptos y ladrones, que nunca hicieron nada y solo simularon trabajar a favor de la gente, mientras ejecutaron una estrategia de saqueo y entrega del interés nacional a gobiernos y empresas del extranjero.
Fuimos a Quintana Roo para la inauguración del nuevo Aeropuerto Internacional de Tulum, complemento del de Cancún, un aeropuerto internacional con capacidad para 5.5 millones de pasajeros al año, que se hizo en 1 año 5 meses y 17 días, desde cero hasta su apertura con operaciones acordadas con Viva Aerobús, Aeroméxico, Mexicana de Aviación, Delta, American Airlines, Spirit y United.
Se trata de un gran proyecto de infraestructura, desarrollado además con recursos públicos, con una inversión relativamente baja de 3 mil 200 millones de pesos, que viene a complementar el gran plan de desarrollo para el sureste, pues resulta complementario a la visión de impulsar la península de Yucatán con el Tren Maya y el gran desarrollo de turístico de la zona a fin de sacar mayor partido al hecho de que México está en boca de todo el mundo.
Fue sin duda un acto muy significativo, corolario de 5 años de trabajo de un gobierno que ha venido cumpliendo cada una de sus metas y que además sorprende de manera cotidiana por su modo de dar resultados, sin poner pretextos.
Acudimos a Tulum por invitación del presidente, que insistió en que quienes cubrimos sus conferencias “mañaneras” presenciáramos este hecho, que sienta un precedente en la consolidación del principal destino turístico de México.
Muy significativo también que horas antes, se anunciara de manera formal el aumento del 20% en el salario mínimo para el año 2024, un acuerdo tripartita y unánime que es además el emblema del proceso de transformación de su gobierno, que al final logró cambiar el paradigma de un México que era saqueado y malbaratado por gobiernos irresponsables a uno que está recuperando la dignidad de su población y que busca participar como actor de primer orden en el nuevo desarrollo económico del mundo.
México fue vendido por los gobiernos neoliberales como un destino llamativo y barato, para hacer turismo e invertir en él, no les importaba vender la dignidad de su pueblo, o los activos de la nación. Todo era a conveniencia del interés extranjero y corporativo, abonando a hacer más profunda la brecha entre quienes tienen todo y quienes no tenían nada.
Hoy esa historia cambia de manera paulatina.
El anuncio en el alza salarial incluye el mínimo general, que pasó de 88 a 249 pesos diarios, es prácticamente el triple, para completar 7 mil 508 pesos, en la frontera subió a 375 pesos, es decir más de 4 veces más para completar 11 mil 403 pesos mensuales.
Este simple hecho resume toda la visión y la política económica del presidente Andrés Manuel López Obrador, un hombre preocupado legítimamente por su pueblo y por la clase trabajadora, que una vez más nos indica que es esencial apoyar a los más pobres, a los trabajadores de México, señalando que lo fundamental de su proyecto es acabar con los privilegios de unos cuantos y hacer de este país uno más justo.
“Arriba los de abajo, no significa que abajo los de arriba”, dijo hace unos cuantos días, recalcando que su política de “bienestar”, como él la ha denominado y que parte de la premisa de que “por el bien de todos, primero los pobres”, es una estrategia que va mucho más allá de la demagogia o del marketing político, y que engloba una gran verdad.
En la medida en que logremos reducir la brecha de pobreza y en la medida en que se amplía el mercado interno, más mexicanos tienen oportunidades de incorporarse al mercado, más ciudadanos entran en la dinámica de la llamada “movilidad social” y mientras esto ocurre más se expande la economía y el país entra en eso que los expertos llaman un círculo virtuoso.
La otra estrategia, que también fue evidente el día del cumpleaños de la 4T, fue que los recursos públicos ahora no son presa del saqueo de unos cuantos burócratas ambiciosos, ahora los dineros en manos del gobierno se ponen al servicio del desarrollo del país y se invierten en infraestructura, con la finalidad e impulsar también el desarrollo del país y romper así inercias.
Esto es, generar empleos donde no hay, mejorar la competitividad del país, hacer economías de escala, incentivar el consumo y de paso, hacer que México siga creciendo.
“Queda también, el día de hoy, de manifiesto que la inversión pública, contrario a lo que algunos piensan, es fundamental para el desarrollo porque, entre otras cosas, se generan muchos empleos, se distribuye el ingreso y se reactiva pronto la economía”, decía López Obrador en su mensaje este vieres 1 de diciembre y con ello se refría al hecho de que hoy además el sureste de México crece al doble de lo que hace norte, justo a partir de la inversión de recursos públicos.
López Obrador ha sido muy inteligente, ha sabido implementar un modelo probado en Estados Unidos hace 90 años, y ha creado un nuevo acuerdo en la sociedad mexicana, que ahora aspira a alcanzar la meta del desarrollo pleno de la economía, tan anhelada por décadas.
México es hoy la economía 11 del mundo, y avanza de manera gradual para conquistar nuevos lugares, la clave es seguir mirando hacia adentro del país, elevar nuestra capacidad competitiva, nuestro mercado interno, solo así venciendo nuestros rezagos y nuestros demonios, es que podremos alcanzar ese ideal de desarrollo.
Cómo dice el presidente, no debe abandonarse la lógica de vencer la pobreza y acabar con la corrupción, y es que hoy a 10 meses del final de su mandato, López Obrador nos impone ese reto, consolidar lo hecho y no retroceder.
“Deseo con toda mi alma de que haya continuidad con cambio, que continúe la transformación con cambio”, dijo en Tulum y me queda claro, que ese es el camino.
No hay otro.
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