¿La primera gran escisión de Morena?
A pesar de lo que muchos hubiésemos esperado, Omar García Harfuch no será el candidato de Morena para el gobierno de la Ciudad de México. No obstante su buen trabajo al frente de la policía capitalina y su buena reputación entre los habitantes, fue descartado para suceder a Claudia Sheinbaum y a Martí Batres.
Todo ello se dio en el contexto de una encuesta que fue ganada por García Harfuch. Sin embargo, derivado de un criterio de paridad de género, ha sido la controversial Clara Brugada quien tendrá la sencilla labor de ganarse la voluntad de los capitales. Y sí, sí que es sencillo. De acuerdo con todos los sondeos de opinión, y a la luz de los acontecimientos políticos de las últimas décadas, la izquierda mexicana (o los que aspiran a presentarse como tal bandera) ha dominado la intención de voto de la mayoría de los votantes.
Según se especula, Omar García Harfuch fue, desde un inicio, el favorito de Claudia Sheibaum. Al lado de la jefa de gobierno de la Ciudad de México como secretario de Seguridad Pública de la capital, García sirvió con devoción a un proyecto de ciudad más adaptado a la propia de versión de la 4T adoptada por Sheinbaum que aquella que AMLO ha impuesto a su propio partido.
Sin embargo, derivado del origen político de Omar, alejado de la órbita lopezobradorista, habría provocado que el presidente interviniese en favor de Clara Brugada, cargándose a su paso al ex jefe de la policía, y, desde luego, a las prioridades de Sheinbaum como eventual presidente de México. ¿Estamos ante la primera gran escisión de Morena? Veremos.
En todo caso, el apartamiento de Omar García Harfuch de la candidatura podría revelarse como un distanciamiento de Claudia Sheinbaum con AMLO y con la dirigencia morenista. También demostraría, una vez más, el talante autoritario del presidente de México y su firme creencia de que su autoridad moral sobre Morena deberá trascender su propia presidencia, imponiéndose sobre Claudia en una suerte de maximato moderno que no presagia vientos favorables para el partido oficial, y mucho menos, para la mayoría de los mexicanos.
Al final todo quedará abierto a la especulación. Lo que sí es una realidad es que AMLO continúa siendo, a pesar del ascenso de otros personajes del partido, el líder moral indiscutible cuya visión de país y de partido debe imponerse sobre las voluntades de los miembros del partido.