Cuando el dolor se instala
Irreverente
Les platico:
¿Por qué votaron 33 millones, en las elecciones de 2018, a favor de Andrés Manuel López Obrador?
Hoy, en el umbral de las que ocurrirán el 2 de junio de 2024, gran parte de esos 33 millones sigue creyendo que se casaron con él no para divorciarse, porque quién contrae matrimonio con el “divorcio” presente en su mente y en su corazón, ¿al caerle “el anillo al dedo”?
Los 33 millones que se “casaron” con Andrés Manuel hace 5 años y medio, lo hicieron “hasta que la muerte los separe”, bajo reglas que creyeron son inmutables y eternas.
Pero las reglas cambian y hoy, más de la mitad de esos 33 millones ya se divorciaron de quien era su pareja y unos dicen que no se volverán a casar; son los ”abstencionistas”.
Sin embargo, otros andan pensando en casarse de nuevo, pero con otra opción que anhelan sea mejor que su primer matrimonio.
Porque las reglas cambian y cuando uno de los cónyuges se convierte en culpador y el otro en culpado o culpable, se instala una especie de dolor torturador y lacerante en el segundo.
Ahora que Elena Chávez acaba de anunciar su segundo libro, “El Gran Corruptor”, podríamos decir que López Obrador se ha erigido arbitrariamente en el gran culpador que ve y trata a los mexicanos como los culpados o culpables de haberse casado antes con malas parejas.
Descomunal ironía:
AMLO “se casó” en julio de 2018 con 33 millones a los que convenció de que se “divorciaran” de sus anteriores maridos -con los que estuvieron casados por 12 años- y ahora les pide que, por favor, por lo que más quieran, no se divorcien de él y menos se vayan a casar con otro, o de perdido, que se casen con alguien a quien él les está “recomendando”.
Qué gran cabrón es este tipo.
Norberto Levy
El proceso clínico de este psicoterapeuta argentino define que el culpador y el culpado o culpable son “voces” que viven dentro de uno mismo.
Estoy haciendo una diletante y arbitraria extrapolación de su método de sanación emocional, para ubicar exteriormente a la figura del gran culpador -por una lado- y al culpado o culpable -por el otro-.
Voy más allá en mi interpretación no autorizada por el autor, sobre su método clínico, al separar por mi peculio y riesgo en tres entes, lo que él define solo en dos: culpador y culpado/culpable. A saber:
1.- Culpador: no hay duda de quien es. Se trata de la voz interior -o exterior- que señala con su dedo flamígero al…
2.- Culpado, sobre quien en dicho estado aún no se dicta sentencia de si es…
3.- Culpable o…
4.- Inocente.
Hoy…
El gran culpador está pidiéndoles a los 33 millones que se casaron con él, que no se divorcien, porque como “Corina” -la del libro “La sabiduría de las emociones”, de Levy- él estuvo ahí cuando todos esos lo necesitaron y hoy que él los necesita, se quieren divorciar. Pos cómo?
Y va más allá en su chantaje emocional al hacerles creer a sus parejas, que él sufre ante el inminente divorcio y se siente solo como un perro, no café -por supuesto- porque los de ese color están aprendiendo a escapar de su dolor.
Es claro que Andrés Manuel quiere instalar el dolor en los electores apelando a sus emociones y no a sus razones.
Cajón de sastre:
Retomando a Levy: con miras a las elecciones de 2024, ojalá que no haya sentimiento en las decisiones que vayan a tomar los votantes.