Por los buenos tiempos…

IRREVERENTE

Les platico:

La pesadilla fue tan real que lo despertó.

No sabía cuál era el motivo, pero dormido, lloraba espasmódicamente.

Hacía tiempo que andaban en la “zona del silencio”, que se rompía solo para argüir, discutir, para pelear verbalmente.

Hacía mucho tiempo que habían dejado de charlar, platicar como antes, como mucho antes sí lo hacían.

Lo que tanto detestaban de otras parejas, ellos comenzaron a hacerlo casi sin darse cuenta: el enojo del día no desaparecía por la noche y se dormían cada uno por su lado rumiando malos recuerdos y mutuas frustraciones.

Aquella madrugada fue distinta, pero no para bien. Se estremecía tanto en la cama por el llanto, que despertó y alcanzó a sentir en sus espaldas un empujón. Si aún estaba en duermevela, eso lo despertó.

De hecho, con ese incidente terminaron muchas cosas. Por más decidido que uno esté para tomar una decisión de separación, siempre queda el hálito de “los buenos tiempos”.

Esa noche, a pesar de los mutuos y constantes agravios de ambos, de uno contra el otro, si ella fuera quien lloraba tan desconsoladamente, él la hubiera abrazado, por “los buenos tiempos”. La habría atraído suavemente hacia sí, y apaciguado su llanto de esa manera, por “los buenos tiempos”.

No le diría una sola palabra, se estaría así, abrazándola hasta que su respiración se calmara y regresara a la suavidad del sueño, por “los buenos tiempos”. Habría hecho todo eso por ella, pero algo no haría: empujarla por la espalda para “ayudarla” a salir de su mal sueño, por “los buenos tiempos”.

Cajón de sastre:

De esa manera, aquella noche terminaron para él…”los buenos tiempos”.

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