El pasado persigue a Evelyn Salgado
El lector seguramente recordará a Félix Salgado Macedonio y cómo su hija, Evelyn Salgado, se hizo de la candidatura de Morena al gobierno de Guerrero. El padre, personaje sobremanera controversial por las acusaciones de violación y abuso en su contra, buscó primero el boleto. Sin embargo, el INE, haciendo uso de sus prerrogativas legales, le retiró la candidatura presidencial; ciertamente por nada relacionado con su escandaloso pasado, sino por haber omitido la presentación de informes relacionados con su el financiamiento de su campaña.
Las autoridades electorales hicieron su trabajo, y Félix Salgado tuvo que aceptar la decisión del INE (a pesar de la defensa de AMLO en la mañanera). Tras este acto, Morena decidió apoyar la candidatura de Evelyn Salgado como pretendiente a la gubernatura de Guerrero, en un acto de nepotismo político abrazado por AMLO y por el partido oficial.
En otras palabras, el ascenso de Evelyn Salgado estuvo desde el origen marcado. Sin experiencia política previa, la gobernadora tiene hoy que hacer frente a un enorme desafío: encabezar los esfuerzos de Guerrero para socorrer a los acapulqueños, hoy duramente golpeados por un huracán que ha sembrado el caos y la destrucción a su paso.
Su trabajo no es sencillo, y los fracasos de su gobierno no deben ser únicamente atribuidos a la falta de experiencia o a la incompetencia de los miembros de su gobierno. El estado de Guerrero ha sufrido durante años el azote del crimen organizado. La tragedia de los normalistas de Ayotzinapa no fue más que la representación humana de cuán carcomidas están las autoridades locales ante la presencia omnímoda de los delincuentes.
Esta crisis se sumó al hecho de que Guerrero es uno de los estados más pobres del país. Ello se ha traducido en problemáticas estructurales que han obstaculizado casi irremediablemente cualquier esfuerzo de desarrollo. El estado ha dependido enteramente, pues, de los recursos enviados desde la Federación y de la actuación de las fuerzas federales; mismas que tampoco han estado exentas de incompetencia y de cuadros que se han doblegado ante la corrupción.
En suma, el estado de Guerrero, y muy en particular, el puerto de Acapulco, enfrente la peor crisis de su historia. Por un lado, tiene que combatir al crimen organizado y a las bandas de pandilleros que andan libremente – aunado a la debilidad institucional- y por el otro, su improvisada dirigente estatal no cuenta ni remotamente con la experiencia política para conducir hacia un mejor destino a los acapulqueños. Lo anterior se ha sumado, desafortunadamente, al hecho de que el presidente AMLO y su gobierno miran hacia otro lado, y no ven más que hacia el 2024.