El legado del cardenal Ernesto Corripio Ahumada
“Solo se guía al pueblo mostrándole un porvenir…”
Napoleón Bonaparte
Conocí al cardenal Corripio Ahumada en los años 1984 a 1985, antes de que ocurriera el material y moralmente catastrófico temblor de la Ciudad de México, el 19 de septiembre de este último año.
El cardenal acostumbraba a ir a visitar la casa de los padres de un amigo mío los domingos, que eran representantes del comité de relaciones judeo-cristianas de la comunidad judía de México de ese entonces, y tenían muy buena relación de amistad con los directivos de la iglesia mexicana, y comíamos juntos; lo recuerdo muy bien, era un hombre cabal, inteligente, tenía muy buen humor, pero sobre todo, contaba con una capacidad de liderazgo que se apreciaba en todos sus gestos, movimientos, y palabras, liderazgo con el que logró una unidad en México sin igual en toda nuestra Historia; una gran cantidad de lectores de nuestra generación deben recordar la paz e igualdad que existió en todo el territorio nacional durante el periodo de liderazgo del cardenal Ernesto Corripio Ahumada, independientemente que su área haya sido la religiosa, su sola presencia era conciliadora.
Era tal la capacidad de conciliación y de pacificación del cardenal Corripio Ahumada, que cuando ocurrió el muy desafortunado asesinato del otro cardenal, Posadas Ocampo, en el aeropuerto internacional de Guadalajara, Jalisco, en Mayo de 1993, se manejó con tanto profesionalismo conciliador y pacifista, repito, que no hubo las repercusiones nacionales, políticas, sociales, ni económicas que debieron haberse presentado después de dicho magnicidio.
Ese liderazgo de Corripio Ahumada debería prevalecer en diversos ámbitos nacionales, y más ahora que necesitamos de una moralidad tan alta como la de esa época para reconstruir el puerto de Acapulco, reconstruir todo México, y lograr ser potencia mundial nuevamente.
Nota histórica agregada
México ha sido potencia mundial tal cual en 4 ocasiones previas: Durante el Virreinato siendo la Nueva España, durante el Imperio de Agustín de Iturbide posterior a la Independencia nacional, durante el liderazgo del general Porfirio Díaz antes de la inentendible Revolución Mexicana , y durante la Segunda Guerra Mundial, posterior a la expropiación petrolera.