¿Cómo recuperar Acapulco?
Los lamentables sucesos acaecidos en Acapulco y las trágicas muertes de más de cuarenta personas y decenas de desaparecidos en el puerto han provocado una ola de indignación y de consternación colectivas.
Si bien no es pertinente culpar al gobierno o funcionarios públicos sobre los efectos del desastre natural (hace unos días un analista apuntaba acertadamente que nadie puede ser culpado por el rompimiento de una sola ventana) sí que podemos señalar deficiencias del gobierno auto infligidas; y éstas están relacionadas con la desaparición voluntaria del Fonden y otras partidas presupuestales para hacer frente a las consecuencias de la destrucción provocada por Otis.
¿Qué hacer ahora? Sin duda se antoja como un cuestionamiento complejo ante una situación asaz complicada. En primer lugar, lamentablemente, no existe una solución de corto plazo. Por un lado, derivado de una problemática estructural relacionada con una ausencia de recaudación local, el estado de Guerrero no cuenta con recursos propios para apoyar al puerto.
En adición, recordemos que Guerrero es uno de los estados más pobres del país, lo que ha agudizado profundamente su dependencia de los recursos del gobierno federal.
En segundo lugar, por tanto, todo recae inevitablemente sobre la Federación. Desafortunadamente, como consecuencia de las perjudiciales ocurrencias de AMLO y de su gobierno, el gobierno central está desprovisto de recursos para hacer frente justamente a esta naturaleza de eventualidades.
Mientras Acapulco languidece, y al tiempo que los acapulqueños sufren ante la amenaza de un futuro incierto, el jefe del Estado mexicano, en medio de sus querellas fútiles con Vicente Fox, opta por discursos planos e ideas peregrinas, tales como la utilización de los 15 mil millones de pesos de los fideicomisos del Poder Judicial para apoyar al puerto.
Ante una realidad sombría marcada por las torpezas, las incompetencias y las ocurrencias de las autoridades federales y estatales, los habitantes de Acapulco deberán contar con el apoyo de la sociedad civil y los empresarios con el objetivo de reconvertir al puerto en el otrora símbolo del turismo nacional.
Y sí que es posible. Basta con echar un vistazo a las grandes inversiones en el Pacífico y Caribe mexicanos que han hecho posible el desarrollo económico de ciudades como Playa del Carmen y Tulum.
Así como unos cuantos inversionistas fueron capaces de convertir a las costas de Quintana Roo en polos de inversión turística e inmobiliaria, lo mismo deberán hacer en el devastado puerto de la costa guerrerense. No se trata nada más, pues, de hacer negocios, sino que es una obligación moral y un acto de lealtad hacia el pueblo de Mexico y hacia el gran puerto de Acapulco.