Asirse al manual del (a) populista

“Y es que las pequeñas cosas

Dan calor a nuestra vida

Tan fugaz y caprichosa

Donde el detalle se olvida

Y es que las pequeñas cosas

Son más grandes que el destino

Porque es de pequeñas cosas

El amor que construimos.”

TRIGO LIMPIO, “Las pequeñas cosas”

“Las viejas costumbres mueren al último.”

DICHO

Ya no da. Simplemente ya no es suficiente. El manual del populista ya no da para más.

Llenar el espacio con palabrería durante tres horas y treinta y cinco minutos no satisface.

Guerrero requiere más que palabras. Ciertamente más que las de un presidente que, en medio de una tragedia de proporciones bíblicas, se toma la molestia de criticar a un ministro de la Corte por asistir a presenciar las carreras de autos en fin de semana (a la vez “olvidando” pasar a la báscula de su desprecio populista tanto a su propio hijo, José Ramón López Beltrán, como al gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, emanado de Morena, quienes hicieron exactamente lo mismo que el mandatario tanto critica).

Igual que sucede en una relación personal que va menguando, esos “pequeños gestos” populistas ya no bastan.

No basta que diga que organiza todo desde Palacio cuando su equipo vuela como pájaro sin cabeza. No bastan las despensas dadas a los damnificados cuando lo que se requiere es mayor rapidez —y por ende mayor cantidad de estas— y no un trasvase de ayudas de ciudadanos a cajas que tengan impresas el logo de “Gobierno Federal”…

No basta que se presuma que ya sirven 15 de 78 gasolinerías en Acapulco, si no han encontrado la forma de hacer llegar a ellas el combustible. No basta una potabilizadora de agua si el gobierno municipal no lleva hasta esta el agua a tratar.

En cuestión de una horas, cerca de un millón de personas han pasado a ser damnificados. Ese es el tamaño del daño; una ciudad (y sus alrededores) que de pronto dejó de serlo. Sus habitantes lo necesitan todo, menos de un presidente pendenciero.

Es insuficiente un ganso cansado; bastaría con un presidente funcionando.

Insuficiente (como innecesariamente populista) hacer un censo —electorero— cuando lo que se requiere urgentemente, de forma copiosa e INDISCRIMINADA, es comida y agua potable. ¿Hacer campaña en Acapulco? No, su gente no lo va a resistir.

No pasa ya el hacer caravanas con sombrero ajeno, así como ser un gobierno que crea que todo lo puede, cuando se requiere que la solidaridad de todos los mexicanos sea lo que brille más que el sol que golpea ahora a los damnificados.

Tampoco pasa el que la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, nos… salga con que de pronto ha disminuido el número de decesos producto de la tragedia, mientras se incrementa el de los desaparecidos (noten ustedes: están adoptando la misma medida populista que las instancias encargadas de la seguridad pública aplican a nivel federal).

O el que la propuesta de Claudia Sheinbaum sea donar un mes de su sueldo (propuesta que debió haber salido de los propios partidos políticos -Morena, PT y PVEM- y de sus bancadas legislativas todas. O qué, ¿han donado ya sus dietas programadas para el 2024? ¿Están contemplando una partida presupuestal extraordinaria para contrarrestar los efectos de Otis en el presupuesto federal que ahora discuten?). ¿De qué sirven los grados y los estudios cuando en lugar de soluciones técnicas y fundamentadas se producen medidas populistas y partidistas? Por cierto, dado que hoy por hoy no ocupa puesto público alguno, que la ex jefa de gobierno capitalino explique la fuente actual de sus ingresos y en que consiste SU mes de salario. De paso, ya que estamos en ello, que detalle las medidas de alivio para Acapulco que instrumentó junto con los banqueros ahora que estuvo reunida con la Asociación de Bancos de México para platicar “del presente y futuro de la economía de nuestro país”…

Porque de lo contrario, todo lo anterior solo es demagogia pura; la definición misma de la politización de la tragedia.

Urge que los distintos órdenes de gobierno opten por un nuevo enfoque del ejercicio de sus funciones. Pues más que la naturaleza populista de su proceder, lo que preocupa es que no conozcan —ni se tomen la molestia de hacerse de— otro manual. Queda en evidencia que la 4t está empeñada en seguir un guión; que no conoce otro y que es incapaz de optar por otros modelos.

El obradorismo está atrapado en ese mundo de reglas del populismo; nosotros con ellos. El asirse al manual del populista impide que surja ese otro gobierno —y esa otra sociedad— que tanto urgen para México.

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