No sé si Claudia y Xóchitl ya se dieron cuenta

“Los pequeños gestos y los detalles minúsculos que desechas en el día a día se colocan bajo el microscopio y se engrandecen. Una mirada de fastidio se vuelve de desprecio, un comentario amable se interpreta manipulador, una buena intención se transforma en cálculo, el piropo se torna en adulación. Lo ordinario se vuelve obstáculo, como un cajón que sobresale y no hay manera de volver a colocarlo de nuevo.”

JUAN GÓMEZ-JURADO

¿Será que Claudia y Xóchitl ni cuenta se han dado? Las menciono a las dos porque una de ellas será presidenta. Esto es, no veo cocido el arroz de la elección de 2024. ¿De qué no se han dado cuenta? De las consecuencias para el próximo sexenio del juego (matrimonio) de AMLO con los militares. Esta unión inevitablemente es transexenal y no puede ser benéfica para México ni para la próxima titular del poder ejecutivo. De momento, afecta a las dos candidatas, pero por obvias razones mucho más a la de Morena. ¿Exagero? Juzgue usted.

Dada la gravedad de lo que aquí aquilato, quiero ir al grano. Por ello planteo en este texto tres “noticias”.

La primera es una que en un principio tenía pinta de dibujarse buena. Que atiende en parte una preocupación que vengo arrastrando —y conmigo no pocos analistas y ciudadanos— desde hace tiempo: se trata de lo que podría denominarse falta de independencia y de iniciativa propia por parte de la exjefa de gobierno de la capital.

Viene bien, entonces, que Claudia medio que mostró su propio talante en su reciente viaje por Los Ángeles. Quiero pensar que con ello, más allá de ir por el voto de los braceros mexicanos, la doctora le da una importancia a Estados Unidos que López Obrador le niega (¿verdad?). Buena jugada, especialmente ahora que el presidente AMLO convivía con dictadores en Palenque…

Al parecer a la doctora Sheinbaum le fue bien por allá, o al menos eso reportan los medios de comunicación, si bien ya no se sabe qué tan controladas estuvieron las reseñas… De acuerdo a lo dado a conocer por Carlos Loret, el equipo de Sheinbaum exigió a medios de comunicación que cubrían la gira varias cosas. Entre ellas que le pasaran por adelantado las preguntas que le fueran a plantear y que estas nada tuvieran que ver con el conflicto Israel-Palestina

Pasemos, entonces, a la mala noticia. Desde hace meses —o quizá ya son años— me carcome una duda: el porqué López Obrador ni por asomo ha acercado a Claudia a las Fuerzas Armadas. Lo más que ha habido es ordenar al ejército proteger a la aspirante —las Fuerzas Armadas también brindan seguridad a Xóchitl—. Es importante garantizar la integridad de dos mujeres que ya recorren el país, pero no puede tomarse como un acercamiento con quienes mandan en las secretaría de Defensa y Marina.

¿Qué pasa ahí?, ¿qué nos dice esto?

Hace algunas semanas pregunté en otra columna qué ocurriría en un país de machos (los militares destacadamente) si se tuviera una comandante de las FA mujer. Las cábalas no eran entonces las mejores; creo que en estos momentos son aún peores.

López Obrador le entregó simbólicamente el “bastón de mando” a Claudia, pero el verdadero poder, las relaciones en público —en política no pocas veces son las que más importan—, las introducciones y los entendimientos entre las Fuerzas Armadas y la candidata no existen. No se han dado. ¡Vamos!, el general Sandoval y la ex gobernante de la Ciudad de México ni siquiera han convivido más allá de una que otra ceremonia cívica.

¿A quienes ha entregado López Obrador todo el poder en México?, ¿las aduanas?, ¿los aeropuertos?, ¿el turismo?, ¿los fideicomisos —entre ellos uno de 99 mil millones de pesos—?

Las encomiendas que realizan los militares continúan acumulándose. No solo eso, les ha dejado blindados legalmente hablando para que no regresen a los cuarteles hasta dentro de un muy buen tiempo —si acaso—.

¿Podrá Claudia —o Xóchitl— regresarlos a los cuarteles? Lo dudo. Y es que falta el eslabón entre el actor que lo tiene/a quien se le dio todo y la que llama “su heredera”. No se le conoce, no existe.

Pero si el panorama luce desolador para Claudia, ahora imagínense para una candidata opositora al régimen… ¿O será que la hidalguense, al contar con un hermano general del Ejército, cambiaría la ecuación? No creo.

Terminemos este análisis con una señal que es todavía peor: López Obrador ha incrustado a Alejandro Encinas en el equipo de campaña de Claudia. Dada la animadversión que existe entre este exfuncionario y el Ejército, estimo que ello solo ayuda a distanciar aún más a Sheinbaum de las Fuerzas Armadas…

Mandar al exsubsecretario de Gobernación con la candidata morenista no es un favor para nadie: ni para ella, ni para Encinas. Tampoco para los militares. Es una división más que —¿estratégicamente?, ¿sin darse cuenta?, ¿sin querer queriendo?— siembra el primer mandatario. El anuncio de desencuentros entre militares y su candidata, hoy o cuando ella despache en Palacio Nacional.

Si eso es estrategia, estamos ante una muestra inequívoca de la perversidad de Andrés Manuel: minar a Claudia desde adentro, dejarla sin comunicación con el verdadero poder y ese solo tenerlo él. Si se trata de una situación delicadísima que ha rebasado al actual presidente, peor aún.

Como quiera verse, todo esto es una pésima señal para México, para las elecciones, para la estabilidad, para la democracia y para la viabilidad del país. El frágil equilibrio de los tres poderes se ha roto. Y ya ni siquiera el ejecutivo, la rama civil, guarda el debido orden sobre la rama militar.

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