La diáspora del siglo XXI contada con una historia real
IRREVERENTE
Dólares que se convirtieron en dolores
CDMX.- Les platico:
Los venezolanos Kathy Ruiz y Richard Valle ya están en EU. Esta fue su odisea para llegar al “sueño americano” y me pidieron que incluyera sus fotos y sus nombres para que sirva como testimonio de la lacerante realidad que viven los venezolanos y además porque ya sienten que están a buen recaudo. Arre!
La ignorancia, sumisión, arrastramiento y otras deleznables formas de vida de seguidores y defensores de lo que hace AMLO con México, queda plasmado aquí más allá de sus pronunciamientos y los de sus compinches que llegaron a Palenque a la llamada “cumbre migratoria”.
Kathy y Richard
Salieron de “Panazuela” -así se le llama a Panamá a la comunidad de más de 60,000 venezolanos que están ahí- hace exactamente dos meses y hoy están ya, una en Texas y el otro en Florida, a buen resguardo de familiares suyos.
Dejaron en Venezuela todo; lo más triste, a sus familias, huyendo del hambre y de una vida mala, como ellos le llaman.
Estuvieron ahorrando durante más de un año para emprender la odisea de sus vidas, el éxodo hacia Estados Unidos.
Los conocimos en Panamá en diciembre pasado y seguimos estando en contacto con ellos hasta que en agosto pasado no supimos más de ellos.
De pronto, una llamada de Kathy nos alertó de su presencia.
Había salido por tierra de Panamá rumbo a Estados Unidos y estaban atorados en la Central Norte de autobuses.
Sus celuares se mantuvieron “muertos” durante casi un mes porque tuvieron que esconderlos y apagarlos para que no les fueran detectados por el sinnúmero de bandidos con que se toparon en su camino.
Al llegar a la CDMX se sintieron a salvo e hicieron su primera llamada pidiendo auxilio.
“La mayoría de la gente con la que salimos de Tapachula se fue quedando en los diferentes puntos mexicanos a los que llegamos. Unos desaparecieron y otros no pudieron aguantar más y quisieron regresarse”, me dijo Richard.
Los peores en su camino dentro de México no fueron los traficantes u otras bandas de criminales, sino los uniformados, como ellos les llaman.
Sus dólares se convirtieron en dolores
“Apenas nos veía un policía o un soldado, pedían dinero por todo, hasta por caminar por las calles, y nos fuimos quedando con centavos, de los dólares que traíamos”, interviene Kathy.
Por eso, llegar a la CDMX fue un triunfo, pero les faltaba la parte norte: alcanzar primero Monterrey y de ahí irse a la frontera.
A duras penas llegaron a tierras regias y mediante los oficios de un “especialista”, llegaron a Piedras Negras, que los dejó en manos de un “socio” que los atravesó por el Río Bravo a Eagle Pass.
Apenas tocaron suelo texano la “migra” los detuvo y fueron conducidos al mismo centro de confinamiento temporal que visitó Elon Musk justo cuando ellos estaban ahí.
Los otros “uniformados” -los texanos- no les quitaron más dinero, pero sí sus pertenencias por quién sabe qué razón.
Solo les permitieron conservar sus celulares para que se comunicaran con sus familiares en Texas y Florida.
Lo hicieron y fueron notificados que por tratarse de venezolanos permanecerían en suelo norteamericano “bajo parole” y dispondrían de 60 días para arreglar su situación migratoria.
En eso están, cobijados ya por la inmensa comunidad venezolana dispersa por varias ciudades de Estados Unidos, principalmente en Texas, Florida y Nueva York.
Reunión en Palenque
Hubiera sido bueno que la Cumbre de Migración 2023 fuera en el rancho de López Obrador.
El nombre de esa finca en Palenque, Chiapas, encarna hacia dónde están enviando los dictadores -y otros presidentes- de Centro, Sudamérica y el Caribe de este siglo a cientos de miles de sus compatriotas.
Para empezar, la llamada “Cumbre por una vecindad fraterna y con bienestar” fue totalmente privada.
No se permitió el acceso a la prensa, más allá de que tomaran fotos de los presidentes que acudieron al llamado del de México:
Venezuela: Nicolás Maduro.
Cuba: Miguel Díaz-Canel.
Haití: Aruel Henry.
Honduras: Xiomara Castro.
Guatemala: Alejandro Giamattei.
Colombia: Gustavo Petro.
Invitaron a Daniel Ortega, de Nicaragua, pero no vino.
Entre Díaz-Canel, Maduro y Ortega suman 41 años de dictaduras.
Si le sumamos los de la dinastía Castro en Cuba -de la cual Díaz Canel es un lacayo, estamos hablando de un siglo de gobiernos dictatoriales.
Unos llegaron por las armas -los Castro- pero la mayoría por la vía democrática, pero se engolosinaron con el poder y ahí siguem lastimando a millones de sus compatriotas y obligándolos a hacer lo que hicieron Ericka y Richard.
Esos son los “líderes de gobierno” a quienes idolatra López Obrador y con él, sus “valemadristas” seguidores que hacen apología de un gobierno que dejará a México al borde de la ruina en 2024.
Cajó de sastre:
“Y mientras tanto dos mujeres y sus séquitos de ´estorbantes´ -que no ayudantes, casi matarían por llegar a la presidencia el próximo año”, detona la irreverente de mi Gaby, ya instalada en suelo capitalino para lo que venimos el próximo día 26.