El roce no hace al cariño… ni al amor
En su columna, Plácido Garza responde a un reclamo que se le hizo sobre Héctor Díaz-Polanco, referido por el columnista como uno de los “duritos” que se creen dueños de Morena y más aún, del líder moral de ese partido.
IRREVERENTE
Les platico: Ni debería, pero quiero responderle.
Alguien muy metódico se tomó la molestia de indagar algo sobre éste, su irreverente servidor, a raíz de mi columna de ayer en este mismo espacio.
Tomó como una ofensa que me haya referido al dominicano Héctor Díaz-Polanco como uno de los “duritos” que se creen dueños de Morena y más aún, del líder moral de ese partido.
Ayer me referí a él, al senador Gabriel García Hernández y a John Ackerman como los “duros” y hoy, a ver si suavizándoles el epíteto que les dediqué, se calman un poco los ánimos.
No dudo que el antropólogo se halla rozado con López Obrador en las labores de parto del primero de lo que hoy es el partido en el poder.
Pero quisiera decirle a su oficioso defensor, que el roce no hace al cariño.
En sus mensajes me pide “encarecidamente” que respete la edad del referido antropólogo y al respecto le pregunto a mi nuevo lector, en cuál de las siguientes tres categorías ubica a Héctor:
- Viejo con ideas jóvenes.
- Joven con ideas viejas.
- Viejo con ideas viejas.
Con todo el respeto que me fue posible, le dije -porque nunca me respondió- que a juzgar por lo que le he escuchado a Díaz-Polanco, se me hace que ese buen señor está en la número tres.
Para no reproducir sus peroratas de peligrosa afinidad con las doctrinas de Chávez y Maduro, les digo aquí al uno defensor y al otro defendido, que esta es la realidad, no la letra de uno de los tangos que le gustaban a Hugo y que por simple herencia le gustan también a Nicolás.
También les digo que el diseño de interiores no da la felicidad.
Héctor sabrá captar la indirecta que le suelto con esta referencia.
Otra con dedicatoria expresa: la extrema fidelidad al amo hace que el siervo pierda su amor propio y su carne se convierta en la muy apetecible de un ciervo. La primera con “s” y la segunda con “c”.
¿Y qué tal estas otras?
- Gabriel, Héctor y John llevan muchos años mirando hacia arriba a Andrés Manuel, tanto, que se han encogido y se ven cada día más chiquitos, de ahí me dedicatoria de ayer a su injustificada pretensión de controlar a Morena y controlar al presidente.
- Son esos tres, las máscaras que a diario se ponen.
- El pasado, más que un tiempo, es un lugar, y quieren obligarnos a los mexicanos a vivir en él.
- Es mentira que detrás de todo hombre hay una mujer. Está al lado la una del otro, nunca atrás.
- Lo que sí es cierto es que detrás de un líder abundan los enmasculados.
- Entre ciertas arbitrarias categorías, hay dos clases de hombre: los que llevan una doble vida y los que sueñan con llevarla.
- ¿Qué se creen que son ustedes? ¿Un equipo de rescate o qué?
- Mírense, por favor, están reducidos sus presentes ante sus pasados.
- Donde el hambre aprieta, la vergüenza afloja.
- ¿Sangran todavía ante la crítica? Es buena señal, siguen vivos.
- En manos de ustedes -y de otros que los siguen- Morena es una marca petulante.
- La estatura física no es sinónimo de capacidad ni de brillantez. El bobo, mientras más alto, desde más lejos se divisa.
- Tenerle miedo al fracaso al tenerle miedo a la vida. Si ese es su caso, háganme el favor de salirse de la fila y tomar su premio de consolación.
- Hasta la gente excepcional necesita ser feliz. Ustedes tres presumen de ser excepcionales. Por favor, sean felices… de perdido.
- La sangre que presumen haberle inyectado a Morena, se equivocó de vena. Consecuentemente, se perdió. Llegó la hora de una transfusión.
- Están emperrados en dotarle a AMLO de una vida ficticia, y todas las de ese tipo -las ficticias- tienen un final inesperado. ¿Eso quieren?
- Señores, la prensa no es su mascota. Bueno, hay algunos de la prensa que sí se dejan.
- Con ustedes queriendo seguir controlando a Morena y al presidente, México seguirá siendo un país en guerra consigo mismo.
- Promover el amor como principio de gobernanza, equivale a reconocer que cuando uno se enamora se vuelve daltónico. Pero una cosa es que eso exista entre personas y otra muy distinta entre un gobierno y sus gobernados.
- Engaño, seducción y mala fe, son tres de los cuatro jinetes del apocalipsis político de Morena, con ustedes en los controles. No les digo cuál es el 4º porque me mientan la madre, no ustedes, sino sus defensores.
- ¿Su plan para Morena es infalible o inflable? Es pregunta, conste.
CAJÓN DE SASTRE
“Te quedaste corto”, me reclama la irreverente de mi Gaby. Y presto le respondo: Hay más. Pronto las sabrás…